viernes, 22 de febrero de 2013

A seis años del femicido de Sandra Ayala Gamboa

Sandra Ayala Gamboa dejó a su país natal, Perú, para venir a estudiar Ciencias Médicas en la ciudad de La Plata en el año 2005, a sus 21 años.
El 16 de febrero de 2007, Sandra le dejó una nota a su novio diciéndole que iría a una entrevista de trabajo, donde nunca más volvió. Él hizo la denuncia a la policía la cual no fue tomada. 

Nueve días después, el cuerpo de Sandra fue encontrado en el edificio ARBA, situado en la calle 7 e/ 45 y 46. Según la autopsia, había sido golpeada, violada y ahorcada con su remera.
En el año 2012, luego de seis años de lucha, el Tribunal Criminal Oral V de La Plata sentenció a prisión perpetua a Diego José Cadícamo por el crimen de Sandra Ayala Gamboa y por la violación de siete mujeres más. Pero todavía sigue habiendo una cadena de encubrimiento política y policial que no fue descubierta.
Fueron las marchas de la madre de Sandra, las que lograron hacer que el crimen no quedara en la impunidad, la integridad de su hija, así ya no estuviese en vida con ella, tenía que ser defendida, fueron convocatorias apoyadas por un gran número de personas,  madres que se sintieron identificadas porque en algún momento sintieron el dolor de perder a un hijo, mujeres jóvenes que decidieron marchar por sus derechos, grupos feministas bonaerenses y mujeres que por solidaridad femenina decidieron unir sus voces a la voz más fuerte y quebrada, la de su madre, Nelly Gamboa.

Fue esa lucha, fueron esas voces agudas unidas las que por fin después de 6 años de impunidad marcharon frente al Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires a reclamar justicia, ni un crimen más de mujeres que pase desapercibido, no más mujeres violadas y no más femicidios impunes, Sandra como cualquier otra persona sobre la faz de la tierra merecía ser defendida, merecía sus sueños y las mil formas de cumplirlos que había planeado, ella merecía su juventud, Sandra Gamboa merecía su vida.

No al maltrato hacia mujeres, no a los asesinatos y a las violaciones, no más silencio. Hoy más que nunca todas somos Sandra.

Mujeres… más orgasmos, menos golpes. 


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